Primero entrando a la vida de la persona cumpliendo el mandamiento de amar al prójimo. En este proceso de amar debo conocer su corazón y sus deseos. Para poder tener un panorama completo debo hacer buenas preguntas y organizar la información que es presentada. En este proceso de involucrarme en la obra redentora de Dios en su vida me convierto en un puente de transformación. Para que la persona entienda su necesidad de cambio debo reprender en el amor de Cristo, según los principios que nos enseña la palabra. En la parte de exhortación se crea un campo amplio de crecimiento para la persona. Es en este momento donde la persona se encuentra con el perdón y la gracia de Dios. Finalmente al sellar este proceso con el mensaje del evangelio, veremos cómo vidas son cambiadas.
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