Creo que la mayoría ve a Jesús como un revolucionario, un líder político de su época o un ejemplo de buena persona. Lo retratan como un mártir más de la historia que defendió ideas buenas o bellas. Algunos incluso se “atreven” a llamarlo como alguien muy cercano a Dios o reformador de como se pensaba en Dios.
Cuando yo pienso en Jesús varias cosas vienen a mi mente: el ejemplo de hombre a seguir en esta tierra; el único camino hacia la salvación y la vida; el pan y agua que nos da saciedad cada día; la verdad que tanto anhelamos; entre tantas otras. Pero, sobre todo, su cruz. Aquel lugar donde fue humillado, despreciado, pisoteado y asesinado sin culpa alguna, pero siendo todo poderoso (como ya lo había demostrado) no decidió evitar esa situación o bajarse de esa cruz, sino que expreso su máximo amor, obediencia, humildad, compasión, gracia y misericordia para con nosotros en ese momento.
